Ucrania y el retorno de los conflictos por zonas de influencia Balance de la campaña electoral en Quebec _______________
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Puesta online a las 18:34, el 23 de Marzo del 2014
En el comentario semanal de hoy domingo 23 de marzo de 2014, Marcelo Solervicens analiza dos temas
Ucrania y el retorno de los conflictos por zonas de influencia
Balance de la campaña electoral en Quebec
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Ucrania y el retorno a los conflictos por zonas de influencia
La noticia internacional que mas ha retenido la atención en los últimos días es la situación en Ucrania.
Por un lado el presidente ruso Vladimir Putin, acompañado de los voceros de ambas cámaras del parlamento, firmó un acuerdo el viernes 21 de marzo que finalizó la anexión a la Federación Rusa, de la Crimea, lo que incluye la estratégica ciudad portuaria de Sebastopol. Ello ocurre luego de un referendo popular en que el 95% de los votos emitidos apoyó la anexión en un referendo popular. Una cuestión denunciada por Europa y Estados Unidos porque violaría la integridad territorial de Ucrania.
Por otro lado, luego de la destitución del presidente Viktor Yanukovich, el 22 de febrero, el nuevo gobierno de Ucrania dirigido por el primer ministro Arseniy Yatsenyuk, firmó el mismo día viernes 21 de marzo, los capítulos políticos de un acuerdo de asociación con la Unión Europea, la que le dará ayuda económica a cambio de la imposición de cambios estructurales y que podría traducirse según los observadores en la venta de gas natural estadounidense en reemplazo del encaminado por los rusos. Una propuesta denunciada por Vladimir Putin porque concluye así el movimiento de protesta pro europeo alimentado por Estados Unidos y los Europeos y que llevó a la destitución por el parlamento del ex presidente Viktor Yanukovic que prefería mantener los lazos de Ucrania con la Federación Rusa y la llegada de un gobierno pro-europeo a Kiev que entrará en la Union Europea y adherirá en el futuro a la OTAN.
En ambos casos, se trata de un ejemplo importante del retorno a un sistema internacional caracterizado por el retorno de las disputas por zonas de influencia entre las grandes potencias.
No se trata de un retorno a la guerra fría, periodo de conflicto entre la URSS y Estados Unidos y sus aliados instalado desde 1945 y hasta el desmoronamiento del bloque soviético con la partida de Mikhail Gorbachov y la llegada de Boris Yeltsin. Era un conflicto marcado por una pugna ideológica entre bloques que organizó el sistema mundial sobre el llamado conflicto Oeste-Este y ligado a la competencia entre capitalismo y el socialismo.
Nadie puede afirmar hoy que el conflicto que se vive entre las potencias en Ucrania pueda inscribirse en una confrontación entre socialismo y capitalismo.
Las protestas pro europeas buscaban zanjar la tradicional ambigüedad de pertenencia de Ucrania, ubicada entre Europa y Asia, inscribiéndola en la expansión de la influencia de la Unión Europea. Una acción europea que busca extender su zona de influencia bajo la presión de Washington aprovechando las condiciones de la región.
Tampoco nadie puede inscribir la Rusia de Vladimir Putin como una experiencia de carácter socialista. Se trata de un proceso movido por consideraciones geopolíticas. Moscú justifica el retorno de Crimea a la federación Rusa porque esa región fue parte del Imperio Ruso cuando Catalina la Grande ganó las dos guerras contra el Imperio Otomano de 1736 al 1739 y de 1768 al 1774. Aunque el imperio ruso perdió esa región luego de la guerra de Crimea entre 1853 y 1856 contra el imperio Británico, Crimea volvió a ser parte de Rusia, durante la época soviética y hasta los años noventa.
Tras la oposición al giro europeo y la anexión de Crimea, está el proyecto de Vladimir Putin de restablecer la Gran Rusia, la nostalgia del imperio ruso y de la zona de influencia de la URSS antes del descalabro económico y la desarticulación de las alianzas que lo formaban en los años 90.
El retorno de conflictos por zonas de influencia es una tendencia inquietante, aunque hasta ahora no se haya traducido por situaciones de guerra abierta. Desgraciadamente creemos que las tensiones en el sistema internacional en torno a ganar zonas de influencias por las grandes potencias, pueden llevar a la repetición de los grandes conflictos bélicos del siglo 20 y anteriores.
El problema es que se trata del retorno de conflictos por mantener o obtener nuevas zonas de influencia basados en intereses geopolíticos nacionales y económicos por actores disimiles que recurren a argumentos que les convienen.
Por un lado, cuando conviene, argumentan a favor de la autodeterminación de los pueblos. En otros momentos favorecen el respeto de la intangibilidad del territorio y las fronteras de los estados. Se trata de dos conceptos que guían el derecho internacional y de guerra pero que no han sido zanjados.
Las incoherencias son enormes. Por ejemplo, la comunidad internacional (el eufemismo que designa la alianza entre Washington y Europa) apoyó la separación del Kosovo de Serbia por referendo bajo el argumento de la autodeterminación de los pueblos, pero lo niega en el caso de Crimea. Un cambio denunciado por Moscú sobre la base de mantener las fronteras de los estados que sin embargo esgrime la autodeterminación de los pueblos para justificar la anexión apoyada por un referendo con apoyo del 95% de los votantes.
Estados Unidos con apoyo de Canadá plantean la intangibilidad de las fronteras de Ucrania para denunciar la entrada de Crimea en la Federación Rusa. Pero ello se inscribe en la nueva lógica de zonas de influencia, porque finalmente, consiguieron englobar Ucrania en su zona de influencia, perdiendo el pequeño territorio de Crimea. Quieren sin embargo, evitar que Rusia pueda revendida otras regiones de Ucrania con la amenaza de sanciones.
Se trata de un retorno de la política internacional de estados basada en los intereses económicos de control y de influencias en un mundo que ya no es de carácter bipolar sino que multipolar. Es un abandono de la lógica de las causas justas o guerras justas, basadas en valores superiores.
Se trata de un contexto en el que se juega en complejos tableros de ajedrez. Por ejemplo, la misma Rusia de Putin, usó su influencia en Irán, con beneplácito de Washington, para evitar una escalada que podría haber llevado a una invasión y guerra desgastadora de parte de Estados Unidos o la OTAN en ese país y que era exigida por los halcones del pentágono. Es algo semejante, lo que ocurrió cuando se llevó a nivel diplomático la gestión de la guerra civil en Siria, luego que Washington se percató que sus aliados eran potencialmente más peligrosos que el presidente Bachar El Assad y no quiso repetir el error de Afganistán cuando apoyó a los Talibanes contra el gobierno apoyado por Moscú en esa época.
Otros argumentan que Estados Unidos no respetó las fronteras intangibles de los estados cuando impulsó los bombardeos de la OTAN, en apoyo a las milicias facilitando el derrocamiento y asesinato de Gadafi en Libia. En otros casos como en Timor oriental, Washington apoyó la separación de Indonesia basado en el derecho a ala autodeterminación de los pueblos.
Las políticas de estados en un mundo multipolar son más complejas y menos coherentes que en un mundo bipolar marcado por enfoques valóricos.
Los países deben también considerar las situaciones internas. Por ejemplo España no apoyó la independencia del Kosovo, por temor de incongruencia al negarle la autonomía a los catalanes.
La entrada de Ucrania en la zona de Influencia Europea y de Crimea en la Federación Rusa, se ha realizado sin guerra pero el capitulo no está cerrado porque históricamente Rusia considera las llanuras de Ucrania como la zona tampón contra las invasiones Europeas de Napoleón o las de la primera y segunda guerra mundial. También la Unión Europea considera fundamental expandirse para asegurar su desarrollo como bloque que engloba necesariamente Ucrania como frontera este.
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Balance de la campaña electoral en Quebec
Luego del debate el jueves 20 de marzo de los jefes de los cuatro principales partidos en Quebec, faltan ahora solamente 14 días para las elecciones del 7 de abril próximo y se mantiene la incertidumbre sobre quién formará el próximo gobierno ministerial. Veamos algunos elementos de balance de la campaña electoral.
En primer lugar, es necesario destacar que las encuestas aparecen jugando un rol determinante en la campaña electoral. Son ellas las que permitieron indicar que el partido liberal de Philippe Couillard, mejoró su popularidad, mostrando la paridad primero y luego superar por tres puntos al Partido quebequense en la última encuesta. Las encuestas confirmaron que fue la caída en las intenciones de voto por la CAQ de Francois Legault las que benefician a los liberales. Por otro lado, el aumento de las intenciones de voto de Quebec Solidario al 10% proviene del PQ.
Algunos han argumentado que no hay que creerle mucho a las encuestas porque ellas se equivocaron para las elecciones de septiembre de 2012, cuando anunciaban el descalabro de los liberales en beneficio de la CAQ y apuntaban a un abandono del conflicto tradicional entre federalistas y soberanistas en beneficio del conflicto entre derechas e izquierdas.
Otros recuerdan que el electorado quebequense se ha vuelto muy volátil (citando la sorprendente alta votación del NPD en las últimas elecciones federales), pero reconocen que es importante el dato de las mismas encuestas, anunciando que casi dos tercios de los quebequenses no desean un nuevo referendo.
Otros consideran que todo puede cambiar porque es muy difícil que los liberales puedan mantener una campaña negativa hasta el fin de la campaña, repitiendo el mismo mensaje de que detestan el gobierno del PQ porque quiere hacer un referendo.
Sin embargo, y como diría Spinoza y otros filósofos, entre la verdad y la mentira está la ficción, que opera como verdad en el discurso publico. Los consejeros de campañas buscan producir esos efectos verdaderos planteando ficciones, que obligan a todos a posicionarse ante ellas como si fueran realidades imponiendo así los temas de campaña.
En ese marco, parece indudable que los liberales de Philippe Couillard han mejorado sus intenciones de voto del comienzo de la campaña, al capitalizar una campaña del miedo contra un posible referendo en el próximo mandato del partido quebequense. Ello a pesar de que lo más cínicos dirían que lo máximo que se propone hacer un gobierno Marois mayoritario, sería de lanzar una consulta sobre la independencia de Quebec, como la comisión itinerante Belanger-Campeau de Robert Bourassa frente al fracaso del acuerdo del Lago Meach. La afirmación repetida hasta la saciedad por Pauline Marois de que el PQ no llamará a un referendo, hasta que los quebequenses lo deseen, es una nueva versión de las llamadas “condiciones ganadoras” de Bernard Landry, ya que al proponer escribir un “Livre Blanc”, deja abierta la posibilidad para que los soberanistas convenzan la mayoría para intentar una nueva definición de las relaciones entre Quebec y Canadá. Mientras tanto se proponen gobernar como cualquier otro gobierno “normal”.
Los ataques del Jefe Liberal Philippe Couillard contra el PQ, equivalen a un ataque preventivo que persigue ganar la elección sobre una posibilidad incierta. Es como plantear, al decir de un cronista, que los quebequenses digan NO por tercera vez, pero ahora no a la posibilidad de soberanía/asociación, sino que a la idea misma de preguntarles en un referendo.
Una estrategia que se inscribe, dentro del plan federalista expuesto por Couillard cuando fue elegido hace un año como jefe de los liberales. En su discurso de aceptación del cargo expuso su fe federalista y su objetivo de abrir la puerta para que Quebec firme finalmente la Constitución canadiense para el 150º aniversario de Canadá en 2017.
La paradoja es que fue la candidatura del candidato vedette Pierre Karl Peladeau, del imperio Quebecor quien fortaleció ese proceso. Los estrategas esperaban que la candidatura de Pierre Karl Peladeau desarmara el argumento de que El PQ no es un partido de la economía. Un eufemismo que acusa las tropas de Pauline Marois de no tener apoyos en el empresariado, que sería esencialmente federalista. La entrada de PKP, consiguió efectivamente mostrar que el PQ tiene lazos privilegiados con el Quebec Inc., la burguesía francófona desarrollada gracias al rol activo del Estado desde la “revolución tranquila”.
Fue la confesión soberanista y el puño en alto de PKP afirmando que luchaba por un país independiente, permitió evitar el rechazo de sectores de izquierda en el PQ, poniendo al frente la idea de la gran tienda soberanista. Las belle-meres Jacques Parizeau, Bernard Landry, Lucien Bouchard, pero también antiguos sindicalistas como Gerard Larose y Marc Laviolette apoyaron la candidatura de su enemigo anterior, argumentando que con ello se volvía al arcoíris de la coalición soberanista original organizada por René Levesque en 1968, que englobaba todos los sectores sociales. La soberanía no es de derecha ni de izquierda, está adelante, según Bernard Landry.
El problema es que creó otros daños colaterales. Despertó al ROC (Rest of Canada) cuya prensa interpretó la definición de PKP como una traición y exigieron que PKP vendiera sus acciones, no bastando las exigencias de ponerlas en fideicomiso exigidas por las reglas de ética para los empresarios que entran en política activa, porque se traba del caso especial de un magnate de la prensa. En la practica ello dio argumentos para la campaña negativa de Philippe Couillard contra un referendo que sus adversarios no han planteado.
La llegada de PKP, fue también un regalo también para Quebec Solidario, que puede así presentarse como el único partido de izquierda soberanista, denunciando la incorporación al equipo del PQ del peor patrón de Quebec, que usó el lockout (la huelga empresarial) como método de confrontación con los sindicatos de sus empresas.
Además la polarización en torno a la cuestión nacional, sirve para explicar el descalabro en las intenciones de voto de la CAQ de François Legault. Ese partido plantea una moratoria de los referendos y la cuestión nacional para concentrarse en un proyecto radical de derecha. Luego de sufrir de la polarización sobre la identidad laica de la sociedad quebequense creada por la Carta de Valores del PQ, ahora sufre de estar fuera del debate sobre la cuestión nacional. Por ello, se estima que son sus partidarios quienes parecen haber emigrado hacia los liberales de Couillard.
La primera mitad de la campaña recuerda, a pesar de lo que algunos argumentaron, que el conflicto entre derechas e izquierdas es menos prioritario para la mayoría de los electores que el tema del lugar de Quebec en Canadá. Lo que aparece en cuestión es que si ganan los liberales ello será el equivalente a un tercer NO que le entrega el electorado quebequense. Incluso, algunos estiman que la coalición arcoíris simbolizada en la llegada de PKP, estallaría en un gobierno minoritario del PQ que no podría plantear un proyecto soberanista creando una gran crisis y realineamientos.
Lo que aparece como evidente en el discurso publico es que los liberales impusieron el tema de la amenaza de referendo, con apoyo de los medios de comunicación tradicionales, aunque es evidente que lo que está en juego es mucho más complejo e involucra temáticas de economía, de salud, educación, política energética, identidad y otros aspectos en que también existen alternativas para los electores.
El debate del jueves mostró la evidencia de esa realidad al destinar menos de 15 minutos a la cuestión del lugar de Quebec en Canadá como tal. El resto de la campaña estará determinado por las posibilidades de incorporar otros temas al debate electoral y la llamada ballot question, vale decir la pregunta que se hagan los ciudadanos como prioritaria en el momento de ejercer su voto.
El debate sobre la inscripción masiva de estudiantes de otras provincias que estudian en Universidades anglófonas de la metrópolis para votar en cinco circunscripciones de Montreal. Motivados por evitar un referendo, recuerda paradojalmente los excesos del ROC frente al referendo de 1995.
Esta claro que la estrategia de Pauline Marois será de recentrar el debate sobre la Carta de la laicidad, que ciertamente será abandonada por los liberales que aparece abiertamente en una posición multiculturalista a lo Trudeau. Fortalecer la defensa del idioma e insistir en sus propuestas centristas que no son muy lejanas de lo que plantean los liberales, aunque insistan en un rol más activo de parte del Estado. El tema de integridad que desapareció del radar también será la pieza maestra por que muestra la continuidad esencial de las propuestas de Philippe Couillard, alineadas con la herencia del gobierno de Jean Charest. El ejemplo mas claro es que Couillard plantea un Plan Norte Plus, que incluye una política marítima, tomada de la propuesta derechista de la CAQ de François Legault. Algunos consideran que Philippe Couillard, fuera de insistir en evitar un referendo, espera instalar un gobierno liberal que retome Quebec donde lo dejara Jean Charest, porque renunció a construir el nuevo partido liberal que había prometido. Ello podría ser un error si los electores recuerdan que a fines del gobierno Charest, los liberales estaban exangües, por su conflicto con el movimiento estudiantil y por los escándalos que llevaron a la formación de la Comisión dirigida por la jueza France Charbonneau y que esas acusaciones de corrupción todavía no han sido elucidadas.
Tras la imposición de una ballot question centrada en evitar un nuevo referendo, los dados no están echados y los electores quebequenses están frente a un abanico de propuestas definidas y con medidas concretas.
En efecto, los caquistas proponen un programa de ultraderecha a lo Mike Harris.
Los liberales proponen continuar business as usual, luego del interludio del gobierno minoritario del Partido Quebequense, para ocuparse de los temas verdaderos (les vraies affaires), la prosperidad dentro de Canadá con un programa de centro derecha.
El Partido Quebequense recentrado luego de sus veleidades progresistas de apoyo a la movilización estudiantil, de la eliminación del impuesto de la salud, de la ley de minas, no se plantea priorizar la opción soberanista sino que imponer la carta de la laicidad y la defensa del francés. Propone gobernar con medidas al centro del espectro político como otros gobiernos del PQ cuando la soberanía no estaba inmediatamente en el radar y plantear medidas sociales y energéticas dentro del objetivo de llegar al déficit cero en uno o dos años.
Quebec Solidario aparece en ese marco como la alternativa progresista socialdemócrata que propone un Quebec ecológico que abandone el petróleo y favorece las nuevas energías limpias y propone políticas públicas progresistas como las del ingreso mínimo garantido.
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