La Iglesia Católica frente a la reforma educacional La propuesta de reforma educacional tiene muy buenos titulares: poner fi
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Puesta online a las 14:17, el 13 de Septiembre del 2014
La Iglesia Católica frente a la reforma educacional
La propuesta de reforma educacional tiene muy buenos titulares: poner fin al lucro, al copago y a la selección, entre otros, sin embargo, carece alma y de poder movilizador que tuvieron en la historia procesos como el de la república española, en los años 30, que se convirtió en una verdadera cruzada pedagógica a través de todo el país, o en Chile, la de Eduardo Frei Montalva, en los años 60, que cambió los cimientos de la estructura escolar.
Ninguna reforma educacional puede centrarse solamente en el aula y los procesos de enseñanza-aprendizaje que en ella ocurren, sino también, y esencialmente, en un verdadero proyecto de país, que sea capaz de mantener, permanentemente, movilizados los sectores sociales y, además, crear una verdadera mística republicana.
El gobierno no ha visualizado convenientemente el peligro de una reforma mal planteada, sin proyecto de país y, como es lógico, despertaría, la oposición de fuerzas poderosas, entre ellas la iglesia católica que, en este caso, se ha convertido en el gran ente movilizador de la educación particular. Si se desprecia y margina del proceso de reforma a los actores principales de la educación – profesores, alumnos, paradocentes, padres y apoderados y comunidad educacional en general – a favor de la transacción permanente entre el Ejecutivo, los colegios particulares y la iglesia católica, es natural que los déspotas tecnócratas ilustrados “sabelotodo” se queden sin apoyo. Nadie puede realizar un cambio que deje a todos contentos y, en el caso de la educación, donde se juegan ideologías, es aún más difícil el que no haya vencedores y vencidos.
El quiebre central está entre la educación al servicio del mercado, que tiende a promover la desigualdad, o la educación como un derecho social, que sea laica, gratuita, universal y que tiende a la búsqueda de la igualdad.
La iglesia católica, en este caso, no defiende creencias sino intereses de tipo económico. Un estudio de CIPER Chile acaba de demostrar que la iglesia católica, a través de sus colegios, recibe el 18% de las subvenciones que el Estado entrega a los colegios privados, en la Región Metropolitana, convirtiéndola así en la institución sostenedora principal de colegios privados – de 2.076 colegios que reciben fondos estatales, 190 de estos establecimientos, el 9,1% del total, tiene vínculo directo con un obispado, una congregación o una obra apostólica de laicos, que se declara colaboradora de una diócesis o de una orden religiosa -.
En una educación de mercado, el concepto “libertad de enseñanza” carece de validez, pues se trata de la libre competencia económica entre distintos proveedores, sean religiosos o laicos, pero siempre con ánimo de lucro. Al favorecer la demanda y no la oferta, lo que hace el Estado es subvencionar el negocio de la educación. Las escasas Fundaciones filantrópicas, sin fines de lucro, son absorbidas por el mercado que, en la religión y culto neoliberal es un “Leviatán”.
Si en la reforma educacional se trata de combatir la segregación, desigualdad y clasismo, la iglesia católica ha optado, con nitidez, por la continuidad de estas lacras sociales, manteniendo colegios particulares pagados al servicio de las castas en el poder – el Colegio Verbo Divino, por ejemplo, puede jactarse de contar entre sus ex alumnos a los poseedores del más del 5% del PIB, no pocos de ellos incluidos en el ranking de millonarios, publicados en la Revista Forbes -.
Si el menos, por un instante, a los sacristanes de “mamón” se les hubiera ocurrido repetir la experiencia de “Machuca” y su compañera Infante, en los múltiples colegios para ricos que, actualmente, regentan, podríamos creer, como lo hizo con el cardenal Raúl Silva Henríquez, jugándose por los pobres, y no demostrando tanta ternura por los ricos, como lo hace el actual cardenal, Ricardo Ezzati.
Este mismo estudio de CIPER Chile prueba que un alto porcentaje de colegios católicos selecciona a sus alumnos en la admisión, pidiéndoles certificados de bautismo, atropellando la ley que prohíbe toda selección hasta el octavo básico; alegan el porqué del privilegio de selección a los llamados liceos emblemáticos y no a todos los colegios, en igualdad de condiciones. Personalmente estoy convencido de la discriminación respecto de la selección y la gratuidad desvirtúa el espíritu de la reforma educacional.
El obispo de Temuco, Héctor Eduardo Vargas repite, casi a la letra, la misma insensatez de la derecha, en el sentido de que “hay un lucro bueno y un lucro malo” – tal como el colesterol -. La iglesia católica ya eligió su campo, que dice relación con la defensa de los intereses patrimoniales de los colegios particulares, que se insertan en una educación de mercado, y su defensa de libertad de educación y pluralidad de proyectos no tiene nada que ver con las causas que defendieron mi abuelo, Rafael Luis Gumucio Vergara y Abdón Cifuentes, pues en la sociedad de mercado no hay pluralismo ideológico, pues esta utopía y especie de religión es mil veces más totalitaria que el nazismo y el estalinismo.
Rafael Luis Gumucio Rivas
13/09/2014