El referéndum del 18 de septiembre sobre la independencia de Escocia.La universalidad en las guarderías quebequenses.
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Puesta online a las 14:15, el 15 de Septiembre del 2014
El referéndum del 18 de septiembre sobre la independencia de Escocia
Las políticas liberales y el debate sobre el fin de la universalidad en las guarderías quebequenses.
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El referéndum del 18 de septiembre sobre la independencia de Escocia.
Una noticia que ha cobrado gran importancia en los últimos días, es el referendo que se realizará el próximo jueves 18 de septiembre próximo entre el Sí a la independencia de Escocia o al campo del No , cuyo slogan es mejor Juntos.
En efecto las encuestas anunciaron esta semana una posible victoria del campo del Sí. Luego de una fuerte arremetida unionista, las últimas encuestas indican un virtual empate estadístico entre las dos alternativas propuestas. Nadie puede entonces afirmar a ciencia cierta si los cuatro millones de electores escoceses votaran por constituirse en país independiente luego de más de trescientos años de pertenencia subordinada al Reino unido.
Una noticia que ha cobrado gran interés en Canadá porque recuerda lo ocurrido en el referendo de 1995 y se lee en función de las posiciones nacionales del debate en este país y donde los federalistas insisten en la s características particulares de lo que ocurre en Escocia; mientras que los soberanistas ven en ese referendo una experiencia donde aprender para relanzar el debate sobre la independencia de Quebec.
Actualmente Escocia es una nación constituyente y región administrativa del Reino Unid de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y que cuenta con un gobierno con poderes limitados, el Parlamento escocés.
Los temas principales del referéndum están ligados a la economía escocesa, a la defensa de las Islas británicas, a las relaciones entre Escocia y sus vecinos y la afiliación de Escocia con organizaciones internacionales como la Unión Europea. En esencia la necesidad para Escocia de no volver a sufrir los costos económicos y sociales de las políticas de Londres y tener una voz independiente en foros internacionales.
El buen desempeño de la económica escocesa en los últimos años porque posee más del 60% de las reservas petroleras del Reino Unido, aparece como una garantía de estabilidad en un proceso de establecimiento de un Estado Independiente.
Sin embargo ha aumentado la emotividad ante las perspectivas de una victoria expresada en el apoyo de figuras conocidas a favor de uno u otro campo. El conocido actor, que se dio a conocer personificando James Bond; Sean Connery apoya la campaña del Sí. Mientras tanto J.K. Rowlins autora de los populares libros de Harry Potter apoya la campaña del No. Se reconoce que Alex Salmond el carismático jefe del Scottish national Party ha conseguido realizar una campaña positiva.
Ante la propuesta de sectores empresariales de votar No. Surgió la respuesta de otros sectores empresariales que llamaron a votar Sí.
Ello muestra que los dos campos terminan la campaña parejos.
Paradojalmente, la cuestión del idioma escocés, el gaélico, que ha virtualmente desaparecido en 300 años de pertenencia al Reino Unido, no es uno de los temas del debate.
Frente a la incertidumbre de los últimos días de la campaña, han arreciado las ofertas del Parlamento londinense Westminster, prometiendo mayor autogobierno para Escocia frente a la posibilidad cierta de victoria del Sí en la votación del jueves próximo, se les promete que podrán contar con mayor independencia en materia de definiciones financieras y nuevos poderes en el parlamento escocés.
Algunos plantean que el endurecimiento de la campaña del No, permitir la victoria del campo del No, Mejor Juntos. Pero todo indica que los resultados dependerán de la votación de los escoceses el 18 de septiembre y nadie puede dar por cerrada la campaña.
Fuera de las ofertes de mayor autogobierno de Westminster, se agregan las sentimentales declaraciones del Primer Ministro David Cameron sobre la necesidad de guardar Escocia en el Reino Unido. Además de que sería la primera victoria de una victoria del Sí, se agrega un recrudecimiento de la campaña del miedo de los agentes económicos de Inglaterra y Europa sobre las consecuencias de la independencia política.
No se trata ahora de hacer un curso de historia, pero de recordar que Escocia es un país bajo control de Inglaterra en el llamado Reino Unido. Aunque sea por un acuerdo de Unión establecido en 1707, en el que según los historiadores, las élites escocesas vendieron la soberanía escocesa a cambio de acceder a los mercados del Imperio británico. A ello se agregan conflictos de religión entre protestantes y católicos por los que algunos perdieron la cabeza, literalmente.
La historia cercana indica la persistencia del nacionalismo escocés basada en aspectos identitarios. Pero lo más importante es el divorcio político con Londres. En efecto, los escoceses, tradicionalmente laboristas, sufrieron de las políticas del Thatcherismo, de las gobierno conservador de John Major y ahora del gobierno conservador de David Cameron que tiene solamente un diputado en Escocia. Ciertamente Escocia cuenta por un pequeño porcentaje de la población del Reino Unido (solamente el 9%) y, por ende de la economía del país. Sin embargo, luego de que las explotaciones del petróleo en el mar del norte son rentables, ellas reemplazaron las minas de carbón cerradas por Margareth Thatcher. Escocia vive un relativo boom económico que hace que reciba menos que lo que le envía el gobierno central en Londres. Es necesario destacar, que a diferencia de Canadá, el Reino Unido no es una Federación sino que un régimen unitario.
Es necesario destacar además que el campo del Sí y el Scottish National Party han conseguido galvanizar la opinión pública en este tercer referendo. A pesar que hace un año el No aparecía como seguro ganador, y la cobertura mediática internacional la trataba como una nota sin mayor interés; ahora se ha transformado en el hecho de mayor relevancia en el Reino unido y en Europa. Muchos temen el contagio sobre los múltiples otros núcleos de identidades nacionales que no encuentran expresión en el poder político.
Luego de meses de una campaña basada en el miedo, por lo que ocurriría si los escoceses votan Sí a la independencia de Inglaterra, los unionistas están dispuestos a prometer un nuevo pacto que respetaría las demandas escocesas, para seducir el electorado para que vote por mantenerse en el seno del reino Unido.
Los jefes de los tres partidos del Reino Unido han multiplicado las intervenciones en las postrimerías de la campaña, tratando de mostrar las bondades de permanecer en el Reino Unido. Al mismo tiempo se apela, a lo que algunos califican como el principio de la prudencia, con una campaña del miedo, con amenazas de traslado de las casas madres de instituciones financieras, las turbulencias en la bolsa de valores y la incertidumbre que ello podría acarrear. Hasta el actual gobernador del Banco de Inglaterra, el canadiense Marc Carney, afirmó que en ningún caso Escocia podría seguir usando la Libra esterlina y que se quedaría sin moneda si los electores escoceses deciden salir del reino Unido. También el Fondo Monetario Internacional se sumó a los que amenazan con turbulencias y problemas económicos si Escocia obtiene su independencia.
El punto positivo en todo esto, y a diferencia de Canadá, es que a diferencia de la hostilidad de los Estados Centrales en otras latitudes Westminster llego a un acuerdo consensuado para la forma y el contenido del referendo del jueves 18 de septiembre. A diferencia de reacción obtusa del presidente del gobierno español Mariano Rajoy ante las reivindicaciones catalanas, negándose incluso a que puedan organizar una consulta referendaria. Tambié recuerda la experiencia canadiense en relación a Quebec, donde nunca se ha llegado a un acuerdo sobre el marco en que los quebequenses podrían realizar su soberanía. La ley de la “claridad” no establece el 50% más uno como en Escocia, sino que deja al gobierno federal todo el margen de maniobra.
Aunque el acuerdo sobre la pregunta del referendo, sobre el proceso y sobre las modalidades de negociación ulteriores establecidas entre Westminster y Edimburgo, las recientes reacciones, y sobre todo que todos los observadores coinciden en que el actual primer ministro conservador sería la primera víctima de una victoria del Sí, el reciente abandono de la flegma británica por los partidarios del No, hace temer desbordes en los últimos días.
Ello no quita que los 4 millones de electores escoceses pueden responder a una pregunta consensuada tanto por Londres como por Edimburgo y que propone claramente la opción por la independencia o la permanencia en el Reino Unido y que los resultados aparecen inciertos.
En Europa se teme el resultado del referendo porque la construcción de los Estados nacionales se hizo en desmedro de identidades nacionales que viven como pueblos sumergidos. En otras latitudes también el ejemplo escocés puede despertar un mayor interés por la lucha de las identidades nacionales, por expresarse en el terreno internacional, incluso en Canadá, donde algunos indican que una victoria del Sí en Escocia podría ayudar a sacar la opción soberanista del hoyo en que la sumergió la reciente derrota histórica del partido quebequense en las últimas elecciones.
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Las políticas liberales y el debate sobre el fin de la universalidad en las guarderías quebequenses
Han despertado gran conmoción esta semana los anuncios “no oficiales pero no desmentidos” por el gobierno liberal mayoritario de Philipe Couillard sobre las guarderías. De acuerdo a esas informaciones, filtradas en la prensa, el gobierno anunciaría en diciembre, en la actualización del presupuesto, que terminaría con el carácter universal del precio de las guarderías a siete dólares. La propuesta no es de anunciar un alza de 7 a 9 dólares, como lo prometiera el derrotado gobierno de Pauline Marois, sino que de modular el pago de acuerdo a los ingresos de los padres. Una medida que ha despertado un concierto de reproches porque, aunque algunos estiman efectivamente que quienes tienen más dinero, deben pagar más, pero que se olvida que el mecanismo por esencia de la fiscalidad son los impuestos. Por ello que la medida aparece más como una propuesta ideológica que una solución que permita bajar el déficit. Tras un argumento populista de derecha se dibuja claramente el enfoque neoliberal que parece transformarse en la imagen de marca del nuevo gobierno de Philippe Couillard. Nadie puede coincidir en que esa política podrá efectivamente reducir el déficit, porque las inversiones del estado en el programa de guarderías son mínimas en comparación con otros gastos del estado. Por ello, muchos ven en esta medida una postura ideológica antes que un objetivo de reducir el déficit. Sobre todo cuando el programa ya ha sido amputado en varias oportunidades y tiene gran eficacia porque permite que se mantengan o accedan al mercado laboral 70 mil mujeres, que además pagan impuestos. El programa de guarderías ha sido felicitado a nivel internacional como una política pública de gran eficacia y efectos sociales positivos. Ha sido citado como ejemplo a nivel de Canadá como lo hace el líder del NPD Thomas Mulcair. Causa también la envidia en otras provincias donde los costos de guardería son exorbitantes.
Tras el discurso que plantea que Quebec no puede pagarse un servicio público de guarderías universal, hay efectivamente una visión neoliberal que no ve más allá de las finanzas a corto plazo. El problema es el de considerar las políticas sociales como un gasto y no como lo que son, vale decir una inversión colectiva para mejorar la calidad de vida. Además, muchos estudios demuestran que las guarderías acarrean beneficios económicos importantes a la sociedad y además a los cofres del Estado al permitir que los padres puedan mantenerse productivos. En condiciones en que se plantea que existe un desafío demográfico, no se explica como el gobierno puede plantear una política de modulación de costos. El mini boom de nacimientos que existe actualmente, se debe en gran parte a las políticas públicas que favorecen la natalidad.
La situación que prevalecía antes que se estableciera el régimen de guarderías, en sus comienzos a cinco dólares diarios; las parejas debían decidir si contaban con las condiciones económicas para tener hijos. Generalmente ello significaba que uno de los miembros de la pareja debía abandonar el mercado de trabajo cuando no recibía suficiente dinero como para justificar pagos de guardería.
Lo que se requiere en realidad es de aumentar la inversión en las guarderías a siete dólares para que pueda aumentar la riqueza colectiva. El gobierno trata de crear un sistema a dos velocidades como se planteaba para el sistema de salud siendo que la alternativa más apropiada es de modular los impuestos con una fiscalidad progresiva.
En efecto, es el mismo argumento neoliberal que se usa en los intentos / que ya son exitosos en varios aspectos, / de la privatización de la salud. Como el de imponer el ticket moderador.
El problema además es que no está claro, quienes son los llamados sectores de mayores ingresos. Lo cierto es que no se está hablando del 1 % de la población que concentra gran parte de la riqueza social. Se está hablando de imponer la modulación de gastos para sectores de ingresos medios y bajos y de favorecer una mayor privatización del sistema de guarderías.
Ello, siendo que se reconoce que las guarderías o CPE son lugares de educación pre escolar que permiten ayudar al desarrollo de los niños y no solamente lugares donde estacionarles mientras los padres trabajan.
Este y otros debates indican que mientras se prepara el comienzo de las sesiones en la asamblea nacional de Quebec la semana próxima, ya está claro que ella estará marcada por los debates en torno a la lucha contra el déficit que el gobierno liberal mayoritario se plantea realizar mediante cortes que no sólo significan reducir los servicios a la población sino que además, se trata de establecer políticas que cambien el rol de la políticas públicas.
Está claro que el gobierno Couillard busca aprovechar el déficit fiscal para imponer un viraje conservador de las políticas públicas que puede tener efectos desastrosos al profundizar las desigualdades económicas y sociales que tienden a profundizarse en la sociedad quebequense.
En efecto, el factor común de las políticas avanzadas por el gobierno, a veces para probar la reacción de la población, es de evitar encontrarse en la misma situación que hiciera perder pie al gobierno de Jean Charest en 2003, cuando trató de imponer su reingeniería, las PPP, y en general el desmantelamiento del rol del estado impuesto en los años sesenta en Quebec, en el marco de lo que un periodista, observador de los cambios ocurridos en Quebec, calificó como Revolución Tranquila, tanto por la profundidad de los cambios como por el carácter pacífico en que ellos se realizaron.
Sin embargo, luego de la resistencia de la población ante un proceso de profundas privatizaciones, el gobierno debió echar pie atrás y fue criticado de inmovilismo por los partidarios de políticas neoliberales. Otros, haciendo el análisis estiman que sin embargo se ha impuesto en efecto un proceso de creciente privatización de las actividades públicas que un momento le correspondieron al estado.
Otro ejemplo de los efectos adversos de la privatización a ultranza son las obras públicas. El nivel de privatización es tal que los ministerios y funcionarios públicos pierden incluso la capacidad de poder controlar los trabajos realizados por las constructoras. Esto resulta en pérdida de control y, según algunos explica los escándalos que llevaron a la creación de la Comisión sobre los contratos públicos a la industria de la construcción, más conocida como comisión Charbonneau que terminó esta semana de escuchar los testigos y donde quedo claramente demostrado que la privatización a ultranza impide que los organismos del estado controlen el sistema de entrega de contratos.
La defensa del carácter universal del sistema de guarderías a siete dólares forma parte de un proyecto de sociedad que no puede analizarse con el enfoque epistemológico cortoplacista y limitado del neoliberalismo.