Reflexiones sobre las relaciones entre EE.UU. y América Latina en 2015 Marcelo Solervicens, Montréal, 22 de marzo de 2015.
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Puesta online a las 10:32, el 23 de Marzo del 2015
Reflexiones sobre las relaciones entre EE.UU. y América Latina en 2015
Marcelo Solervicens, Montréal, 22 de marzo de 2015.
En vísperas de la VII Cumbre de las Américas que se realizará en Panamá del 10 al 11 de abril es pertinente analizar las relaciones entre EE UU y América latina y los desafíos estratégicos.
Todo indica que Estados Unidos seguirá sufriendo de aislamiento político respecto de la mayoría de los gobiernos del Continente que han abrazado la causa de una región con un desarrollo y una estrategia de relación internacional propia y de bloque. Su declaración de guerra contra Venezuela considerado ahora una amenaza a la seguridad de EEUU, marcará la relación. Veamos algunos elementos sobre la política EEUU y las tendencias porque todo indica que la estrategia de mantener la hegemonía estadounidense ene l mundo pasa por controlar su frontera Sur.
Se trata para la Casa Blanca de retener su hegemonía pese a que el informe del Consejo nacional de Inteligencia de USA en 2012, Tendencias globales hacia 2013, constataba que en 2030, ningún país tendrá la hegemonía global. Reconocía el desplazamiento del eje del poder económico mundial hacia el espacio económico y estratégico asiático, superando tanto a Estados Unidos como a Europa.
Según el profesor brasileño José Luis Fiori[1], los Estados Unidos reactivan su visión geopolítica de control de América latina, según las tesis geopolíticas de Nicholas Spykman[2] que consideraba que el corazón (heartland) de Estados Unidos estaba formado por América del Norte, incluyendo México, el Caribe, Centroamérica, Colombia y Venezuela. La otra zona, la del Sur de América seria el Rimland, donde se trata de evitar un eje del cono sur de Brasil, Argentina y Chile.
En ese marco, Canadá, en virtud del tratado de libre comercio de América del Norte, un antiguo dominio británico, entró a la órbita de influencia directa de EEUU, convirtiéndose en socio comercial, aliado estratégico y miembro del sistema de defensa y de inteligencia militar de los Five eyes, comandado por EEUU.
México, el otro firmante del tratado, ocuparía la posición de enclave militar de Estados Unidos, un pariente pobre de las potencias anglosajonas. Un país dividido con una guerra civil fomentada por el narcotráfico que escapa al control de su gobierno central, pese a los acuerdos militares don EEUU en 2010. Aunque el Acuerdo de libre comercio beneficio algunos sectores, aumentó la pobreza al 51,3% de la población. La economía mexicana está integrada a la de EEUU y perdió los grados de autonomía que le permitieron mantener relaciones con la Cuba de Fidel. Hoy sigue fielmente la política de EEUU en la Alianza del pacifico.
Centroamérica y el Caribe tienen 15 bases militares de EEUU. Con lo que se fortalece su condición de Heartland geopolítico de Washington.
En esa perspectiva, la política exterior estadounidense buscaría impedir que más al sur del continente se formara un polo alternativo capaz de cuestionar su hegemonía hemisférica, mediante acuerdos militares bilaterales y zonas de libre de comercio.
EEUU, a pesar de la erosión de su hegemonía, conserva un enorme poder económico, militar y diplomático y cuenta con aliados poderosos para desestabilizar quien se le oponga. Ciertamente ya no tiene el poder casi absoluto en América Latina que le permitió imponer golpes de estado para disciplinar la región a su antojo en los años 60 y 70.
Sus estrategias buscan recuperar la hegemonía en la región con medidas diversas.
En el caso de Cuba, con el anuncio de reanudación de relaciones, prueba la nueva estrategia del llamado smartpower: una intervención centrada en la penetración cultural, abrir Estados Unidos a Cuba.
Ello no es contradictorio con la virtual declaración de guerra contra Venezuela el 9 de marzo pasado, cuando Obama afirmó que Venezuela es una amenaza para la seguridad nacional de EEUU, imponiendo nuevas sanciones para desestabilizar el gobierno venezolano y minar las alianzas progresistas de la región como el ALBA, PetroCaribe, Mercosur, Unasur, Celac, y el Banco del Sur.
Un analista de la UNAM, Raúl Zibechi, cree que al paso del restablecimiento de la hegemonía estadounidense en la región, se oponen tres fuerzas: China, los gobiernos progresistas y los movimientos populares.
China se despliega económicamente en la región, con fuertes inversiones en Venezuela, Argentina y Ecuador, importantes relaciones con Brasil y Cuba. Lanza incluso proyectos que afectan la geopolítica estadounidense, con la construcción del canal transoceánico en Nicaragua, en competencia con él de Panamá. Foros como el de enero pasado en Pekín entre el CELAC, una instancia regional que excluye EEUU y Canadá, refuerza esos lazos estratégicos.
Los gobiernos progresistas por su parte, aunque cuentan con autonomías políticas frente a Washington importantes, tienen cada vez mayores dificultades.
Una dificultad estratégica es que el del modelo post-neoliberal implementado es un modelo extractivo, de primarización de la economía y dependiente de países emergentes como China y en menor media Rusia. Un modo de acumulación que fortalece las derechas políticas y las burguesías, que precariza el empleo y la conformación de fuerzas trabajadoras del modelo de industrialización. En Venezuela, el modelo rentista, impone políticas sociales redistributivas de disciplina social, pero no desarrolla clases ligadas al modelo. En Brasil, En Brasil el extractivismo minero/soyero/inmobiliario controlado por las multinacionales y los especuladores urbanos, debilita los movimientos sociales. Fortalece las alianzas con la burguesía en el gabinete mismo como lo muestra la designación como ministro de hacienda en el gabinete de Dilma Roussef del Chicago boy Joachim Levy. Ese modelo engendra la corrupción que se ve de una clase política alejada de sus bases sociales. Para algunos es corrupción misma porque lleva implícita el despojo de los campesinos y los pobres urbanos.
La otra fuerza que se opone al retorno de la hegemonía de EEUU en la región son los sectores populares organizados, viven el nuevo modelo extractivista como una agresión permanente a sus condiciones de vida y de sobrevivencia. Esos sectores se manifiestan y se distancian crecientemente de los gobiernos progresistas, por esperanzas traicionadas y escapan al control estatal a través de políticas sociales de redistribución de ingresos que buscan disciplinarles.
El retorno de la hegemonía estadounidense debe contar además con los sectores populares organizados que en los 90 llevó al desprestigio definitivo del modelo neoliberal. Ahora vive un nuevo ciclo de luchas para forzar cambios estructurales por los gobiernos progresistas que abandonen modelos extractivistas que les supeditan a las fuerzas transnacionales.
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[1] Ver José Luis Fiori, Brasil, los Estados Unidos y el hemisferio occidental, en : http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=6806
[2] Nicholas Spykman, 1942, America's strategy in world politics, the United States and the balance of power.
(ver este y comentarios anteriores en el blog: https://marcelocomenta.wordpress.com/