LOS SECRETOS DE LA POESIA CHILENA Rolando Gabrielli La poesía es una relación personal La poesía es una relación personal, se
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Puesta online a las 9:25, el 19 de Octubre del 2011
LOS SECRETOS DE LA POESIA CHILENA
Rolando Gabrielli
La poesía es una relación personal
La poesía es una relación personal, se escribe contra la muerte, el poeta es un forastero. El gran secreto de este negocio de la poesía es el lenguaje, está en las palabras, en repicar una y otra vez en campanas nuevas hasta gastar el sonido y convertirlo en silencio, asombro, uno y el poema. Cuando se sabe que la derrota es inevitable, el poema puede dar paso a una última verdad y aun así no se agota en una lectura. La palabra se sostiene a sí misma o no se ha encontrado.
Uno de los grandes secretos de la poesía chilena, que es fácil descubrir cuando se está dentro de ella como un gran barril de mariposas dormidas, es que las parejas, los binomios generacionales de poetas y poéticas, la han hecho muy diversa, como una espléndida partida de ajedrez jugada desde el desierto de Atacama a su región Antártica famosa, poesía jamás regida por rey alguno, aunque los han habido por períodos, más largos, más cortos, pero siempre han surgido de la gleba poética estos príncipes encantados con la palabra propia y del mundo. Se ha derrumbado una y otra vez más de un castillo en el aire. La poesía no tiene amos, sino amantes, de un amor distinto, único, el poema.
En un principio fueron Neruda, Huidobro, De Rokha, después Rojas y Parra, posteriormente Lihn y Teillier, enfrascados en sus propias ideas, manera de ver y hacer poesía, mundos poéticos encontrados que re-velaron nuevos mundos. Una trilogía y dos binomios. La Mistral en solitario, no tuvo pareja generacional. Esta es parte de la gran historia de la poesía chilena del siglo XX y no es todo en el trasfondo del barril, pero marca épocas, sin duda, por el compromiso con la búsqueda de “lo nuevo” y al mismo tiempo avivaron la polémica de la poesía, potenciaron asimismo un género que hoy duerme en los estantes del mercado banal. Todos ayudaron a crear el Mito real, Chile: país de poetas, aunque los poetas no fueran reconocidos por el establecimiento, con rarísimas excepciones. La Mistral, galardonada con el Nobel, mujer, latinoamericana y poeta, puso la poesía chilena al nivel de la Cordillera de los Andes, majestuosa, sólida, referencial, un fortín prácticamente inexpugnable en el idioma castellano, por su riqueza, variedad, calidad, originalidad y mundos nuevos reflejados en sus páginas de ternura, desolación, dolor, alejada de las vanguardias, americanísima y tan chilena como la gigantesca sombra tutelar de su poesía. “Puertas” es un poema al cual siempre vuelvo, texto que la interpreta: “Entre los gestos del mundo / el que dan las puertas / porque mi duro destino / él también pasó mi puerta”. La Mistral no acunó al niño que la vida pareciera le negó, pero el pozo de sus dichas y desdichas fue más profundo de lo que la crítica alcanzó a vislumbrar. Trágica la poesía de la Mistral, en algunos grandes momentos, abre las venas de su vida.
Rosamel del Valle y Humberto Díaz Casanueva forman también parte de este binomio de ciclos, con una poesía que hizo época y que forma parte de la gran tradición chilena e hispanoamericana. Poetas esenciales del resplandor oscuro. Lo destacable es que fueron amigos, los otros binomios se disputaron la territorialidad de la poesía, el espacio vital, con ferocidad jinetearon la poesía de su tiempo por el bosque cerrado de araucarias, soleado país de Norte desértico, grandes lluvias australes, bajo el cemento oscuro de las ciudades e implacables terremotos. La metafísica nunca ha estado ausente, materialistas, románticos, surrealistas, vanguardistas, modernistas, todos han trabajado aparentemente con la misma materia, las palabras, el lenguaje, la vida. El yo fuerte, imborrable, socializado, suavizado alejado de sí mismo.
Entre los secretos mejor guardados de la poesía chilena están aquellos poetas no populares que desaparecieron jóvenes, que pasaron discretamente por el mundo literario, pero no por el de la poesía. Dejaron intacto su mundo poético, nacido al alba de una poesía personal, y todos de alguna manera vienen volando, porque forman parte del Mito de la poesía chilena. Alberto Rojas Jiménez, Romeo Murga, Carlos de Rokha, Jorge Cáceres, Armando Rubio Huidobro... Se fugaron al este de sus paraísos perdidos.
Ciudadano
No sé de dónde viene mi costumbre
de agravarme a las siete de la tarde.
Quizá sólo por ser un transeúnte
sin bigote o pañuelo, sin zapato ni amante.
No sé para qué vivo y por qué muero,
si ha tiempo me dijeron las gitanas
que tendré vida cara con un final de perros:
o sea que no pienso morir como Dios manda.
Conozco bien las piedras de andar, la vista gacha;
recojo los cigarros que pueblan las cunetas
agradeciendo todo en mis andanzas
de oscuros pies de barro y de madera.
Si yo fuera un cantor como soñaba,
me iría por el mundo cantando mis desdichas
para vivir del canto mío y que me escucharan
los que sueñan con una risa limpia.
Pero no tengo voz, ni pañuelo, ni amante;
no sé por qué me vuelvo amigo de los perros
cuando soy un transeúnte de la tarde
sin saber por qué vivo y por qué muero.
(Armando Rubio Huidobro)
Hay libros que marcan época en la poesía chilena, son verdaderos iconos que otorgan identidad a nuestra poesía: Las Residencias en la tierra, Altazor, Tala, Poemas y antipoemas, La greda vasija, El engañoso laúd, Contra la muerte, La pieza oscura, Poemas del país de Nunca Jamás, Arte de morir, Relación personal y Ciudad. Neruda puso sobre la mesa de la poesía, en mi opinión, un par de libros más: 20 poemas de amor y las Odas elementales, fragmentos poderosos también del Canto general. Hay libros jóvenes, de una adolescencia madura, como Relación personal de Millán y Para ángeles y gorriones, Teillier. Libros escritos en momentos históricos, el Canto general de Neruda. Libros de ruptura de épocas y de transición de una poética a otra. Residencia en la Tierra, otra vez Neruda; Poemas y antipoemas, de Nicanor Parra. Libros esenciales, como Altazor de Vicente Huidobro, Tala de Gabriela Mistral, La pieza oscura de Lihn, La greda vasija de Alberto Rubio. Libros que me siguen gustando, Lobo y ovejas de Manuel Silva Acevedo; Príncipe de naipes de Waldo Rojas; Perro del amor, de Oliver Welden; la poesía de Oscar Hahn. Hay poemas que valen por un libro y más. Versos solitarios que permanecerán en el tiempo. Se han escrito numerosos y notables poemas, libros, páginas, que son una muestra muy variada del alto registro de la poesía chilena. Cada autor echa mano de sus lecturas, el principal recurso, la vida. Curiosamente Lihn y Teillier se iniciaron leyendo cuentos de hadas. Quizás hoy no estemos para varitas mágicas, pero el poema seguirá siendo un misterio oscuro y abierto de la palabra. Hay sonetos notables, poemas asombrosos, libros que marcan una época, señales desde el fondo de alguna página, un tiempo de escritura para leer y aprender. Si uno lee un poema o un libro más de una vez, si se vuelve a encontrar con él a lo largo de la vida, es que la lectura ha funcionado, tanto para el escritor como para el lector. Más de algún poeta ha quedado por fuera de este texto (contexto), pero debe estar seguro de que la arbitrariedad es parte de nuestras lecturas, gustos, tiempo, experiencia, lugar, vacio. Este es un ejercicio de la memoria y entre amigos. Lo que no es un secreto es que un libro saca la casta y es verdadero cuando uno se hace amigo del autor, se reconoce en sus páginas, vuelve a ellas como si se hubiese perdido en un bosque, pero sabe que en algún momento se abrirá una puerta.